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Cocinando vegetales (introspección desde el sartén)

Por: Fernanda Díaz

ferdaolivares@gmail.com

Upma, se comienza con medio kilogramo de hortalizas variadas, se pasa a cortar cuatro tomates medianos en cuatro partes, al igual que las habichuelas. El pimentón se corta en trocitos, dos zanahorias en rodajas, ocho papas en cuadritos y la coliflor en brotes. En una cacerola puesta a fuego moderado se calientan las tres cucharadas de ghee o aceite de manteca. Allí hubo un problema, el frasco blanco con ghee que se encuentra en la nevera desde hace siete meses cuando comencé mi proceso de vegetarianismo, se encontraba vacío. Tuve que preparar más, necesité de un kilogramo de mantequilla que se pone a hervir a fuego lento hasta formar una espuma que se va retirando de a poco hasta desaparecer y solo queda en el fondo una manteca algo oscura, que se pasa por un filtro y se deja enfriar.

Siempre recuerdo mi primera vez preparando ghee (algo quemado obviamente), cuando empezó a hervir me molestó su olor en gran cantidad. Hacía poco me habían prohibido las carnes rojas por una alergia que desarrollé hacia éstas, mi cuerpo pasaba por un proceso de desintoxicación, tenía muchos mareos, además de dolores de cabeza. Al parecer la transformación no era tan sencilla como se narra en esos libritos de cocina. La fuerza de voluntad que se le imprime, destruye las costumbres que tu cuerpo y mente mantuvieron durante media vida. El cuerpo se vuelca, ya no se consumen los preservantes, las grasas, los humores y las energías que contiene la carne animal, además no se genera la acidificación en la sangre. Se desliga de un hábito innecesario de manera que se crea una mayor conciencia sobre el estado del cuerpo, se ven las necesidades que realmente tiene, qué le debo aportar y cómo para poder estar en armonía con un nuevo pensamiento. Es mejor pasar por etapas, se reemplaza la carne roja, para seguir con el pollo y el pescado, terminando con la decisión de quedar ahí o continuar con una dieta vegana.

Solo pasaron veinte minutos y ya estaba listo el ghee, lo que sobra se guarda en el recipiente blanco de la nevera, puede durar allí hasta tres meses. Ya caliente la cacerola con el ghee, se sofríen dos cucharadas de comino, una cucharada de mostaza, media cucharada de fenogreco; semillitas cuadradas y amarillas que se consiguen en tiendas naturistas, si se usan en exceso su sabor es amargo, dos cucharadas de curry, media cucharada de jengibre rallado y el pimentón que antes cortamos. Me gusta el sonido al freír, son como pequeñas vocecillas gritando al compás queriendo ser escuchadas y comprendidas, como el discurso que debo repetir continuamente para convencerme, además de intentar convencer a la gente a mi alrededor del por qué de mi decisión, que solo piden escuchar para buscar cualquier pretexto y poder justificar la matanza a la que contribuyen a diario. No recordé haber freído carne jamás, no me gustaba su olor, ni su sabor, en realidad no fue del todo una dieta impuesta ahora que lo pienso, quizás por esta razón nunca me arrepentí de mi decisión, además, contribuyo fuertemente en mi salud.

Luego de unos cuarenta y cinco segundos se agrega media cucharadita de cúrcuma agitando la mezcla, se incorporan las verduras cortadas (si quiere que su upma tenga un sabor especial debe freír anteriormente las papas, las zanahorias y la coliflor). Remover las verduras hasta que estén doradas, luego verter un poco de agua para evitar que se quemen. Bajar el fuego, tapar y dejar cocer suavemente hasta que las verduras estén tiernas ¿Tiernas? Como si en algún momento fueran a saltar de la olla a abrazarte por haberlas cocinado y es verdad que los vegetarianos matamos a las plantas, pues estas también son seres vivos, nunca se busca el cómo evitar toda clase de matanza, pues estamos obligados a alimentarnos, sino cómo causar el menor sufrimiento. La no violencia es el principio ético que se considera más importante en el vegetarianismo. Y la cuestión ética te ataca sin piedad en algún momento del proceso por más que se diga que fue una decisión por salud o gusto. Empiezas a notar la inmensa brutalidad y lo innatural de las prácticas carnívoras, se nace y se mantiene con vida en condiciones de precariedad a un ser vivo con posibilidades de expresar sentimientos, para finalmente tener la única intención de matarlo con una técnica de la extensa lista de posibilidades, pero allí no termina, se extiende a una doble muerte cuando realizada la matanza se procede a comer. Es una situación que te alarma, llegas a ser partícipe de la idea del respeto hacia todos los seres, esto con la intención de no alterar la armonía del organismo compuesto que es la naturaleza. Pero irónicamente esto también te lleva de forma obligatoria a tener un respeto para con el otro que no lleve el vegetarianismo. Ha sido un debate interminable el de la influencia del vegetarianismo en la conciencia y las distintas opiniones que recibe durante toda la historia de la humanidad, todo el peso que pudo haber tenido este estilo de vida en las épocas de las grandes guerras. Pero esas son cosas de pensar en otros tiempos con más calma.

En una olla pequeña se pone a hervir agua. Mientras tanto en una cacerola bastante honda se derrite un poco de ghee y con fuego moderado se pone a hervir la sémola. La sémola se consigue en tiendas orgánicas. Es una harina que procede del trigo, un cereal que solo necesita de 60 litros de agua por kilogramo para ser cultivado, al contrario de un kilogramo de carne que necesita más de 2500 litros de agua para ser producida. El impacto económico y ambiental también es muy notable además de ser el más alarmante por la situación de escasez, hambruna y pérdida de recursos naturales en la que nos encontramos. La reducción de tan solo un 10% de la producción de carne, permitiría disponer de los cereales necesarios para alimentar a más de sesenta millones de personas. Además el ganado contribuye al 20% de las emisiones globales de metano, solo mencionando estas dos consecuencias de la producción de carne animal ya se genera una polución medioambiental masiva.

Se debe ir removiendo suavemente la sémola cada vez que parezca ligeramente dorada, tarda de diez a quince minutos para estar lista. Suficiente tiempo para mencionar la utopía de un mundo totalmente vegetariano. Actualmente, esta dieta es llevada por una gran parte de la población mundial por cuestiones de salud generacionales, que han sido impuestas en los genes mayormente por el consumo de carne. La cual empezó a ser tratada con hormonas y diversos tipos de sustancias químicas que ayudaban a los granjeros a tener el mayor número de ganado posible y a que estos consiguieran peso en un menor tiempo. Esto generó cambios bastante fuertes en el ADN de los animales y al consumir estos productos, se empiezan a conocer innumerables casos en el mundo de enfermedades como las hemorroides, el cáncer de colon, la tiroides, los paros cardiacos, el estreñimiento, la obesidad, el acelerado desarrollo del crecimiento físico y mental en niños, entre otras cosas. Por estas razones, muchos de los que llevan esta dieta también se han puesto en la lucha con las empresas que aún no contentas con manejarnos a través de los productos animales, han buscado alterar el producto vegetal por medio de químicos. Esto ha producido un deterioro aún peor no solo en la salud sino también en el estado de los suelos. Imaginar un mundo vegetariano siempre ha sido gratificante, un lugar donde convivirían todas las creencias, se garantizaría un ambiente sano, limpio y duradero para todas las generaciones, el desprendimiento de la adicción por ejercer poder sobre el otro, una mayor conciencia mental y espiritual donde se reúnan todos los saberes, un espacio abierto a innumerables proyectos sociales y culturales… algo me olía a quemado ¡la sémola! Ya estaba hirviendo, era momento de agregar las hortalizas cocidas y las pasas (opcional), luego verter un cuarto de litro de agua con mucho cuidado. Reducir el fuego y remover hasta deshacer los grumos, luego tapar.

Dejar cocer a fuego muy lento por cinco minutos. Me volví a perder en mis ideas y recordé a Hitler, un poco descabellado, lo sé,  pero tan bien fue vegetariano, aunque llegó a romper con toda creencia sobre el cambio de carácter y la conciencia sobre el otro que generaba la dieta. Por todo el maltrato y el genocidio que realizó en sus años frente al poder, tratando al humano que pensaba diferente como si fuese ganado, además impuso de la peor manera una dieta vegetariana a gran parte de Alemania con las órdenes de racionamiento de alimentos, pero esto solo generó que años después el país se convirtiera en uno de los principales consumidores de carne. El sin fin de crímenes que Hitler realizó, siempre hace parte de los comentarios de un carnívoro defendiendo su posición cuando se siente atacado; porque se aconseja pero nunca se obliga a llevar una dieta vegetariana. En mi punto de vista, Hitler solo hacia eso, seguir una dieta, que según sus experiencias le permitió tener una capacidad intelectual y de trabajo mayor, pero nunca fue un vegetariano por no comprender los factores que implicaban tener este estilo de vida. Hoy en día se puede considerar que solo una pequeña parte de la población vegetariana, aplica verdaderamente todos los principios. Lastimosamente, vivimos en una sociedad que nos obliga a hacer sacrificios desmedidos, muy pocos logran desprenderse del todo de la sociedad y sus crueles costumbres. Casi que sobrevivimos de la mejor manera posible llevando nuestras creencias.

Volviendo con lo importante, hay que destapar la olla para ver si la sémola ha absorbido toda el agua; si esto no hubiera sucedido se debe remover varias veces y dejar la olla destapada unos minutos más. Finalmente, añadir media cucharadita de pimienta, dos cucharadas de zumo de limón y dos cucharadas de manteca, revolver y servir. Si es la primera vez que se realiza esta receta por seguridad no reflexione durante el proceso ¡Buen provecho!

 

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