Este virus desde su expansión global solo ha traído mucho sufrimiento, desgracia, muerte, y grandes perdidas en la economía mundial, pero al mismo tiempo de alguna manera fue benevolente con la naturaleza, ya que le devolvió a la tierra, por algunos instantes, lo que había perdido.
Todo comenzó en 2019 con el virus siendo controlado, pero nadie se imaginaba que la situación llegaría a un punto en donde todo se saldría de control desenfrenadamente. Como una imparable e indetenible plaga, el virus atacó y cobró la vida de millones de personas inocentes y otras no tanto. La humanidad puede tener la culpa, nosotros en ocasiones creamos armas biológicas para obtener ventajas de alguna manera, esto sin pensar en las repercusiones que traería.
Sabemos que en el pasado al igual que con otras plagas tales como: la peste bubónica, la gripe española, la asiática, etc, este no ha de ceder. El único dato positivo entre todo esto es que una vez que el ser humano fue privado de su libertad, en varios lugares del mundo surgió la fauna y flora. La naturaleza tomó lo que es suyo y como el ave fénix que renace de sus cenizas, los bosques sanaron, la contaminación cedió y los mares recobraron su color. Quizá no sepamos la finalidad de este problema, pero el ser humano es así, muy egocéntrico y por su hambre de «poder” no le quedó de otra que romper su mundo en mil pedazos dando a conocer que el enemigo más grande de la humanidad no es un virus o algo parecido, es la infinita avaricia.
Una vez que esta pesadilla de virus termine y la humanidad no haya aprendido a cuidar lo que le rodea, habremos fallado como personas y será casi imposible que podamos revindicarnos.
Emerson Jerez
