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Por: Edvar A. Bermudez.

Hace un par de meses atrás inicie una correspondencia con mi pareja que se encontraba de viaje en Europa. Un ejercicio epistolar donde la palabra no fue la única mediadora, donde la imagen, los sonidos, las noticias, etc., fueron materiales del ejercicio.

Llevar a otro planos ese viaje. Preguntarnos por la distancia, por el amor, por el sexo y el no sexo, por el deseo, por el mismo viaje…por nuestros cambios y transformaciones. Habitar preguntas, no contestarlas, solo habitarlas, como acto político, como un acto de encontrarse en la distancia. El ejercicio yo lo llamo “escritura viva”, y su composición esta basada en las resonancias de momentos, palabras, etc. Que generaron una expansión de la escritura, haciéndola poética, viva, tomando precisamente colores, formas y sensaciones. Ver lo escrito como un acto que se pueda materializar; En este caso en el cuerpo. 

Esto cambia la estructura de escribirlo, de conectarlo, de narrarlo y hasta leerlo, permitiendo que la lectura sea un registro vivo de los sujetos que están en juego.

14 – febrero – 8:52 p.m

Empezaré contando cómo sucedió aquel día.  

 Miércoles .

Me levanté a las 4:10  de la mañana, una rara sensación me toma, pues no tenia un mensaje tuyo.  Algo que es raro pero casual, ya me había duchado, acostumbro  hacerlo la noche anterior para ahorrar tiempo por la madrugada. Suena mi alarma eran las 4:40. Si, me había quedado dormido en una pequeña fracción de tiempo. Me visto lo más rápido que pueda, me coloco un pantalón gris, y una camisa negra desgastada, sin desodorante, como un

A N I M A L.

 Salgo corriendo al baño, lavo mis dientes, entro a la cocina y me saludan tres platos. Una licuadora llena con restos de lentejas. Cuatro tazas con manchas de café y casi una pila de cubiertos.                                              

  S U S P I R O…

 Y mi reloj digital  me avisa algo, un mensaje curioso, minucioso, que alardea, detona, burlador,  capitalista, gringo.  “hoy es San Valentin”.                                                  

Caigo, caigo.

Por el vacío de estar en cuatro paredes con una relación eventual con objetos de cocinas, con electrodomésticos.  vidrio, madera, ropa, comida.  Rodeado de frutas frescas y podridas. Me pregunto, ¿Estoy vivo? ¿Se puede estar muerto cuando late tu corazón? ¿Y qué relación?  Dirás, tienen los objetos

 Tienen nuestra esencia, nuestro uso, ellos son fantasmas nuestros como el resto de cosas en nuestra casa. Se vuelven extra extremidades. Y verlos a ellos es verte a ti. Lo sé no es poético, es simple y crudo mi amado. Miro la hora y recuerdo,  tarde. 

Preparo mi bolso: tres libros canoa de papel Eugenio Barba, Utopías del renacimiento Tomás Moro, Tomaso Campanella y Francis Bacon, El ritmo, Jacques Dalcroze, una bitácora.                                             

                                                                   … F U E R T E… 

Mojada. Con yeguas pintadas. Con secretos, con falos, con un poema de Rimbaud en su portada escrita por un hombre de mano suave, dura con tintes de animal, y trazos de aire.

Esa bitácora,

o un más bien una piel de papel. Era antigua, era sucia, era rebelde, era mi presente en una bitácora de hace tres años cuando me cambie a actuación, ahí escribí una vez esto.

Deseo ser la noche, levantarme y entre un embrujo poseerte, imaginar que te traiciono con la memoria y el cuerpo, y tú te  mueres, te mueres en mi lecho. Porque te entregas a mi dolor y a mi juego… Yo puedo matarte pero también puedo amarte, soy tu animal y tu el mío, ambos lo sabemos… sueño que mis brazos son mi madre y te abrazan. luego lo haces a mi y descanso en guerra…

(no sé a qué te recuerde esto, a mí me recuerda a un sueño que tuve, el cual tu le llamaste                                     T R A N C E)

Mi cartera con todos los papeles que me hacen socialmente no rechazado por el sistema casi totalitario de este bello país, una foto de un mexicano de apellido         Arrieta.

Una foto de un niño de 4 que ahora tiene 21. Plástico para obtener libros. Una foto de una hermana que se opera las tetas, y la foto de una madre que casi muere en el mismo procedimiento.

Monedas del país donde los tacos tienen nombre, Pastor.

Dos pelotas amarillas, rodilleras negras, una transparente carpeta con hojas limpias, un estuche con 67 marcadores de varios tonos y colores ah, y una grapadora. 44.500 pesos en efectivo dos cargadores de celular, un celular, un papel pequeño que decía cuerpo y música 6 a 9.

Tomo la bici y bajo las escaleras, saluda Luis. Me dice buen día. Me subo al vehículo, veo la L U N A y como si cada vez que la viera a  ella te viera a Tí. Digo, te amo mi vida.  Acelero con toda la fuerza que mi piernas pueden generar y tomo el camino, el mismo camino de todos los días. 

Portero. 

           Música. 

                    Corferias.

 Semáforo.

                Yeguas. 

                           Nacho. Puente. Centro Memoria.              patinadores. 

Caracas. 

22.

19. 

Asab.

 Pero esta vez ocurrieron eventos distintos como en el sueño que te conté. 

 Cuando estoy junto a las yeguas, tú me recorres el C U E R P O, lo galopas. Yo sonrío, en Centro Memoria  había tanta basura que tomo otra ruta. en la Caracas decido volarme un semáforo, y en la 22 ,

Un hombre sentado en la acera de tez negra, con M I R A D A del diablo patea la llanta trasera de mi bicicleta, me hace tambalear, sin verlo llegar y sin verlo ser, alguien – supongo un hombre- me empuja con toda la fuerza del dolor de la necesidad de la bicicleta, caigo. Dos más me abrazan con todo el filo del mismo objeto con el que hace unos minutos atrás había cortado pan. Mencionan algo de mi D E S T I N O, el camino, y una simple guía de vida, muy trascendental. Yo acepto y todo desaparece.

 

El tiempo se detiene. Porque a Bogotá parecía que le hubieran aumentado el ritmo. 

Me levanto, hago un pequeño M A N I F I E S T O, pero me vence el  M I E D O. Quiero caminar a mi destino original  y no puedo, pienso en la ciudad, ella como una personaje macabro que nos viola, que la han violado. Recuerdo aquel día en migración, donde oficialmente me rechazaron la entrada a un país.

Camino.

            Camino. 

                       Camino. 

                                  

                                 Camino.

             Camino. 

                                                           Y todo empieza a correr en sentido   (((( contrario ))))

22.

Caracas. 

                                                              Patinadores.    Centro Memoria. Puente.

Nacho.

           Yeguas.

                        Semaforo.

                                    Corferias. 

Esta vez sin M Ú S I C A. Portero esta vez con un abrazo.

El resto es pura fantasía…

Vi la mitad de la película sobre Caravaggio, a veces me siento amante del dolor, de mi propio dolor, Zuleta, paisa de nacimiento dice que no somos nada sin él, por eso su oda al sufrimiento en el elogio a la dificultad y otros ensayos. ¿Qué seriamos tú y yo sin Eva? sin la manzana, sin migración… sin Bogotá, sin los ladrones.

 

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