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¡Nos tocó estrenar! La problemática del robo excesivo de celulares en Bogotá

Por: Stefanía Madariaga

El hurto de celulares en Bogotá es un tema que nos ha tocado a la mayoría. Todos los bogotanos inevitablemente hemos desarrollado un sexto sentido cuando hablamos de robos y atracos, es insólito que una persona tenga que vivir con miedo, aún estando en un lugar “seguro” como en un restaurante o en el transporte público. Pero actualmente para nosotros es muy normal cargar con nuestra maleta adelante de nosotros, sacar nuestros celulares a escondidas o con la expectativa de que en cualquier momento tengamos que despedirnos de ellos o en el peor de los casos, despedirnos de nuestra propia vida.

Hoy en día se han creado varias leyes para disminuir el hecho de que una de cada tres personas de la ciudad haya pasado por uno o más robos de sus celulares. El artículo 239 del código de policía expone que “El que se apodere de una cosa mueble ajena, con el propósito de obtener provecho para sí o para otro, incurrirá en prisión de dos (2) a seis (6) años.” Esta es una ley muy atractiva para las personas que han pasado el mal rato de sentirse vulnerables y traumados ante la impotencia de no poder haber hecho nada, ya que estos especializados microempresarios en apuros tienen la habilidad para dejarte paralizado por un par de instantes. Lo más atractivo, lo que realmente nos deja paralizados a los Bogotanos es el hecho de que el código de policía normalmente solo termina siendo un conjunto de palabras sutilmente organizadas y en la mayoría de los casos, estas armoniosas palabras no suelen desarrollarse en incidentes reales, un ejemplo son aquellas personas que salen cansadas de sus trabajos o universidades en las horas de la tarde y se dirigen con la esperanza de llegar con bien a sus casas, suelen portan sus celulares e utilizan uno de los eficientes sistemas de transporte que tiene la ciudad, al momento de sentirse seguro y tener la satisfacción de poder sentarse logra relajarse un poco, aquí es cuando se desarrollan los hurtos tan especializados, donde encuentran la debilidad de la persona. Después de haber cometido el delito, la víctima, en la mayoría de los casos, se acerca al cuerpo de policía para tomar cartas en el asunto. Lamentablemente el cuerpo de policía no puede hacer nada en estos casos por varias razones; la primera, la víctima no ha impuesto la denuncia del robo (cinco minutos después de haber pasado el robo), por esta razón, en el remoto caso que atraparan al delincuente tendrían que dejarlo en libertad ya que aún no hay impuesta ninguna falta en su contra.

La segunda, la victima debe dar un informe detallado del delincuente, ¿cómo venía vestido? ¿qué clase de zapatos tenia? ¿de qué color? ¿de qué talla? ¿de qué marca? ¿eran nuevos? ¿el delincuente había robado más celulares antes? ¿tiene el número celular del delincuente? Claramente si la víctima no da respuesta a estas preguntas, al cuerpo de policía se le hace técnicamente imposible dar con el paradero de los delincuentes. En el caso que la víctima si responda a estas preguntas, el cuerpo de policía tampoco puede hacer nada ya que como estos astutos microempresarios suelen dejar su producido en algún lado y volver a salir a trabajar, en el momento que el cuerpo policial los detiene ya no queda ninguna prueba de que estos delincuentes hayan sido los mismos que lo han despojado de su celular, la única solución termina siendo tener una cámara pegada a la cabeza y llevar al delincuente cogidos de la mano a la estación de policía más cercana para que allí, amablemente el delincuente acepte su error y así el señor agente al fin pueda tomar cartas en el asunto.

Esto nos lleva a nuestra tercera razón, en el momento en que el delincuente ya esté en manos de las autoridades, se le hayan encontrado los celulares robados y efectivamente tiene más cargos por hurto, al cuerpo policial no le queda otra alternativa que dejarlo en libertad, ya que en Bogotá existen tres centros carcelarios, los cuales entre los tres reúnen una capacidad de 10.000 reclusos y actualmente se encuentran recluidos más de 16.000 personas. Por este motivo, el hurto de celulares pasa a ser un segundo plano, por situaciones como estas es que las personas vinculadas con el negocio de robo de celulares siguen estando en las calles robando día y noche a aquellas personas que han tenido que trabajar diariamente para ahorrar durante meses, que probablemente se han cohibido de varios gustos, que han tenido que sacar a cuotas, endeudándose, para conseguir aquel celular que con tanto esfuerzo y anhelo habían querido. 

En este momento los bogotanos son igual de conformistas que de trabajadores, el ciudadano común ya suele adaptarse fácilmente a cualquier situación, ahora nos parece muy normal ver diariamente robos, atracos, hurtos, etc. Vemos tan normal que mensualmente en Bogotá se roben alrededor de 140.000 teléfonos celulares, nos emociona la idea de que esta cifra baje en un 10% o 15%, pero esto no quita el hecho de que sigamos siendo uno de los países con mas hurtos de celulares en el mundo. Una posible solución para que esta cifra siga bajando es tomar de referencia otros países, como ejemplo tenemos a Holanda, es un país que ha disminuido considerablemente su porcentaje de delincuencia por medio de programas de reinserción que permite a los presos de ese país aprender oficios y conseguir trabajos más fácilmente. Además, los que son condenados a penas de dos años, se les es impuesto un trabajo intensivo en programas de reinserción hechos a medida, que reducen aún más las probabilidades de que vuelvan a delinquir. Otro ejemplo es Singapur, esta ciudad cuenta con el número de delitos violentos, robos y actuaciones policiales más bajo del mundo. Esto debido a que sus calles están vigiladas por más de 100.000 cámaras de vigilancia, que velan por la seguridad de sus habitantes y los visitantes.

En conclusión, el alto porcentaje de robo de celulares en Bogotá notoriamente es derivado por varios factores: la mala y escasa estructuración de las leyes acerca de el hurto de celulares, la ineficacia de las autoridades al momento de acontecerse un delito, el miedo inculcado por la sociedad, al no saber qué hacer en estos casos, la ineficacia del estado al mejorar sus sistemas de seguridad y la poca moral y cultura ciudadana que tenemos los Bogotanos al ver que otra persona está siendo víctima de un robo, atraco, etc.

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