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La fiesta cultural que se vivió en Bogotá

Por: Sarah Luna Ñustes

La Corporación Colombiana de Teatro dirigida por Patricia Ariza, realizó desde el 21 de marzo hasta el 1 de abril una nueva versión del Festival de Teatro Alternativo Festa, desarrollado en 30 escenarios distintos de la ciudad de Bogotá. Fue una fiesta que se extendió por barrios y universidades, colegios y espacios no convencionales y que albergó grupos de diversas regiones. Este año quiso rendir un homenaje al teatro colombiano, por lo que además de privilegiar obras de dramaturgos y directores nacionales también concibió diferentes encuentros académicos que tocaron la temática del proceso y desarrollo del teatro en Colombia. Por supuesto el Festa no podía dejar de ofrecer un reconocimiento al maestro Santiago García, arquitecto de la dramaturgia nacional y fundador del teatro de la Candelaria, uno de los teatros más representativos del país. En las más de 140 funciones representadas por 17 grupos internacionales y 70 nacionales, se reafirmó el carácter del festival alternativo que desde su nacimiento ha sido incluyente, puesto que es accesible a cualquier tipo de público y además conserva su autonomía, dejando tras de sí una estela de compromiso social y de tenacidad.

Lo anterior es evidenciado en el contenido de la mayoría de obras presentadas en el Festa 2018, pongo por caso Un retorno a pie, en la que el grupo Teatro del Barrio nos cuenta la historia de un campesino que fue desplazado por la violencia en su infancia, y que vuelve a su tierra, en esta obra se explora la necesidad del ser humano de regresar a lo que cree seguro, por encima del miedo, la opresión, el poder y la guerra; o la obra Todos somos uno: la puerta de la felicidad o el vuelo de los pájaros, puesta en escena del grupo teatral Chocolocos, colectivo de amigos, un poema dramático que narra cómo un grupo de adolescentes se encuentran por causas del destino en Bogotá, donde sus vidas deben comenzar de cero, muestra como suspendidos en el tiempo emprenden un viaje de reflexión y autoconocimiento, para descubrir que el amor y la fraternidad es lo único verdadero y posible por lograr; o la inclusión de RE – Evolución un ensamble danza-teatro, interpretada desde la vivencia de un excombatiente de las FARC en tránsito a la PAZ que transforma escenarios de guerra por escenarios artísticos resignificados bajo la consigna del amor y la paz, construyendo caminos hacia una nueva historia para Colombia.

También se dio la vinculación de talleristas latinoamericanas que durante varios días compartieron sus conocimientos con artistas de trayectoria, nuevos y empíricos y que mostraron lo mejor de las relaciones humanas puestas al servicio del arte. En este ambiente pluricultural se tejieron vínculos respetuosos que motivan la continuidad de procesos artísticos con nuevos lenguajes. Es el caso de Violeta Luna, artista mexicana que explora en su trabajo la relación entre el teatro, el performance art y el compromiso social, ella también participó en la programación del festival con el performance Fosas Cuerpo, un homenaje a los desaparecidos.

A pesar que este festival cuenta con poco presupuesto en comparación con otros festivales como el Iberoamericano que se celebra por esta misma época, que además cuenta con un generoso apoyo estatal, sus taquillas son inaccesibles para los jóvenes y los trabajadores. Contrario al Festa que tuvo una gran acogida, pues sus salas estuvieron repletas al punto de que en muchas ocasiones la boletería se agotó horas o días antes de las funciones. Lo ideal sería que el Estado garantizara el teatro y la cultura como derecho apoyando este tipo de espacios, pero desafortunadamente no es así. Entonces se hace necesario que la audiencia que se nutre de ellos adquiera un sentido de pertenencia valorando y defendiendo estos procesos genuinos que nacen a partir de darle al arte y a la cultura un sentido social y no comercial.

Este festival, como todos los espacios alternativos cuentan con muy poco presupuesto estatal, por lo que mantenerlo en pie se ha convertido una proeza de quienes están detrás de su realización; todo esto como resultado de un trabajo constante, dedicado y sobre todo hecho con el corazón, por ello, indiscutiblemente en los próximos años seguiremos viviendo más festas.

Sería interesante que quienes asistimos para apreciar este arte nos preguntáramos de qué manera podemos aportar a la continuidad de la fiesta escénica que permite disfrutar de un teatro de calidad que incentiva a la reflexión y fortalece la reconstrucción de valores.

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