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Por: Yesenia Fonseca Rojas

Cada día se levantan con la sensación efímera del tiempo que inclemente deja todo a su paso, sólo el impulso del aliento frío de la mañana, atado a la rutina tediosa, todos los días la misma batalla como si de un bucle eterno se tratase, ansiosos, desmesurados,apiñados uno tras de otro, cansados, afanados a la espera del titán verde que los conduzca al Inframundo.

No es extraño que en el Hades, dispuestos en varias esquinas o en las puertas del Inframundo, les espera los perros guardianes de tres cabezas, los Cancerbero que furiosos ultrajan la tranquilidad con funestos ataques verbales, pavoneándose como la autoridad máxima, agreden, someten, y fanfarronean, mientras descuidan sus verdaderas tareas, entre estas, cazar a quienes se escabullen entre los bolsillos, cómo manticoras, buscando objetos de valor, aquellos amigos de lo ajeno.

Ya en el Tártaro, cuál guerreros Espartanos se abalanzan al gigante acorazado rojo para penetrar sus entrañas, éste que es dirigido por los Carontes de la época, navega por el Aqueronte Bogotano. Hacinados en los jugos estomacales, además de olores fétidos de algunas almas perdidas, tienen que sobrellevar el peso de su armadura, su escudo y espada, han tenido esa palpitante sensación de que algo no anda bien, y le reclaman a Caronte, o al primer cancerbero que encuentren, están coléricos, basta ver sus caras para reconocer el incesante malestar, que sienten.

Ya listos a su próxima batalla los Espartanos disponen su salida atravesando nuevamente por el mar de almas.

Mientras tanto, Hades el señor del inframundo, sentado en su trono, ríe a carcajadas. Su negocio es próspero, ha cosechado grandes frutos; Y como un mentiroso bufón, ha burlado y mofado el honor de los Espartanos, asegura que son melodramáticos y los subestima. Su mafia ha crecido al igual que sus ganancias; Lo que ellos no saben es que: Realmente Hades trabaja para Zeus, esa hampa carroñera, que se esconde tras una fachada benevolente, actúa bajo intereses propios y les hace creer que trabaja para ellos.

¿Habrá escapatoria?, pues se ha monopolizado audazmente, el Estigia y el Aqueronte, y las pocas canoas que quedan, habrán de arder a conveniencia de Zeus.

Sin embargo, los Espartanos tienen una carta que aún no se han atrevido a jugar, tienen la posibilidad de usar, su inteligencia, unión y fuerza, para manifestar su inconformidad y destronar al Hades que se ha situado entre las tinieblas; es indispensable, necesario que no se desgasten con Caronte o Cancerbero, ellos son solo empleados de la necesidad que ha generado el conjunto de dioses que alardean Divinidad,

cómo pavos reales de pavonean

Al final sólo queda la pregunta, ¿Acaso estos Espartanos merecen el destino que tienen?

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