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FILMANDO REALIDADES OCULTAS

El aborto realmente es un tema moral que cada quien debe juzgar según sus convicciones. Alguna vez escuché: “Ninguna mujer quiere un aborto. O quiere tener un hijo, o quiere evitar el embarazo”.

Sofía es grande y no porque mida 1,80m sino por su corazón y razón. Ella es mi prima. Después de ingeniería civil decidió estudiar cine y televisión. Allí le dieron un gran reto que de hecho también lo fue para mí. Debía hacer un mini-documental en donde registrara un fragmento de la realidad que suele estar oculto para la mayoría de las personas, con el limitante de que las personas grabadas no debían percatarse de ello, dicho filme duraría máximo 5 minutos.

Estuvimos pensando y dándole cabeza por unos días porque el ideal era que la entrega dejara algo de qué hablar. Finalmente pensamos en los abortos. Decidimos ir a una entidad donde orientan a aquellas jóvenes -por lo general- que desean interrumpir su embarazo, y al llegar allí me hice pasar por una de esas jóvenes. En este lugar, realmente no pasó nada interesante o “que diera de qué hablar”; nos dieron precios, un mini-discurso moral y la frase alentadora de que nada malo me iba a pasar, la verdad en ese lugar el ambiente se sentía bastante sospechoso, tanto de parte de los trabajadores, como del sistema de servicio. Cuando salimos de este lugar -muy inconformes-, observamos que al otro lado de la calle estaba un grupo de señoras de edad con pancartas y velitas que pretendían “concientizar” a quienes querían practicar el aborto. Eso nos dió una idea instantánea: Entrevistarlas. Íbamos caminando hacia ellas cuando un señor robusto, moreno y de aspecto confiable se nos acercó para ofrecernos su trabajo. Al parecer el señor trabajaba en un lugar donde facilitaban el aborto; en todo el camino me sacó información personal y mientras hablábamos llegamos al tema de la adopción y dijo, “me parece que la adopción sí es un pecado”. Cuando entramos al lugar, chifló. Ese lugar realmente era muy incómodo, habían ecografías pegadas por cada rincón, incluso en el baño. Tuvimos que esperar unos pocos minutos hasta que llegó la “experta”, nos llamó y entramos a su “sala especial”. Siendo muy sincera en ese momento estaba un poco asustada por la misma energía que se percibía, la señora empezó a preguntarme acerca del embarazo y me ofreció hacerme una ecografía a lo que le respondí que no tenía cómo pagarlo, pero ella insistente me la ofreció sin costo alguno. Mientras me aplicaba el gel, seguía y seguía con sus preguntas, que hacían que mi corazón empezara a latir un poco o bastante rápido, yo no estaba embarazada y eso mismo iba a encontrar dentro de mí, nada. Siguiendo con mi papel, me mostré contenta porque ¡No estaba embarazada!, pero la alegría fue corta, ya que encontró en mí a un pequeñín que se estaba formando y me dijo la cantidad de semanas del embarazo -las cuales no recuerdo-. Resulta que estaba embarazada del mismo espíritu santo.

Tratamos de irnos de este lugar rápidamente ya que no queríamos que descubrieran todo lo que se grabó. Camino a casa pensé en todos los abortos que esa doctora habría realizado a fetos que nunca existieron.

Marcela Piñeros Ventero.

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