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Con hambre de justicia

Siendo las seis de la tarde, acercándose la hora de la cena, bocas hambrientas rondando en la calle con esperanza de que la realidad algún día cambiara.

En la comodidad de mi hogar disfrutando de lujos insignificantes se acercan a mi puerta, me habita un fuerte dolor y tristeza, cansada de estar encerrada me asomo a la ventana observo a un niño con una edad de 8 a 9 años y con más experiencias dolorosas que muchas personas, lo acompañaba su vieja cicla, solo quería un poco de comida para su hermano, casualmente me encontraba cocinando en ese momento, preparaba unas buenas empanadas de carne, las cuales ya me hacían falta, le ofrecí una acompañada de vaso de gaseosa, la sonrisa dibujada en aquel sucio rostro lo recompensaba todo, al ver lo hambriento que estaba le ofrecí otra pero la guardo en su bolsillo agarro su cicla y se fue para compartir con su hermano. Andrey, así había sido nombrado, era emigrante de Venezuela, sus padres probablemente desempleados y gastando en basura los pocos pesos que los sustentan, y el, pues el, luchaba como podía por tener algo para llenar su estómago y el de su hermano.

Comparto esto porque me llena de ira ver a un gobierno pagando por una bonita imagen, me da ira como los padres asuntes dañan almas puras, me da ira el mundo y sus habitantes, pero agradezco porque estos pequeños encuentros son los que te hacen querer un mejor país y luchar por él.

Escritora: Sofia Cubillos

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