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Hugh Hefner es representante del las estrategias de explotación sexual y el proxenetismo de las elites

Por: Daniel Escobar y Dianita Martini. Profesionales en Antropología – Universidad Nacional de Colombia.

Si explotar sexualmente a sus empleados es ser un empresario exitoso, no me gustaría a mi ser empleado de quienes suponen que el modelo de negocio de Hefner es aceptable. El señor Hefner representa la misoginia y el capitalismo en su versión mas extrema, cuando los proxenetas y pornógrafos se vuelven sofisticados. En las películas los proxenetas suelen ser crueles y despiadados, Hefner vendió la imagen de ser un bonachón. Pero era cruel y despiadado. No representa a los bon-vivant, pero sí a los vividores. Estamos como mal de brújula ética al admirar y defender a un «traficante de mujeres».

No es doble moral, se discute el precio, o la condición, si una mujer es puta por centavos, por pan, entonces parece despreciable que venda su cuerpo, pero no cuando aparece en la revista de Hefner envuelta en un aura de sofisticación, eso es puro elitismo y clasismo. Hablan de contratos, en Colombia usted también firma contratos de explotación, o los firma, o no trabaja, a eso se le llama alienación. Confunde usted los términos. La revista como producto cultural ayudó a ampliar los márgenes de representación de ciertos grupos de poder, podemos decir que uno de sus avances fue la inclusión de los negros y las negras, cosa que no es novedosa si observamos que negros y negras han sido históricamente usados en los EEUU como carne de cañón de las guerras sexuales.

Confunde usted necesidad con libertad. Decían que tuvo novias hasta los 80 años, otra vez confunde los términos, porque lo que tenía eran prostitutas pagas para recibir analmente al anciano Hugh. ¿Qué mujer de 20 años se entrega libre y analmente a un anciano de 80? ¿Y es que acaso eso tiene algo de malo? Yo también consumo pornografía, de hecho, desde que se inventaron las representaciones estéticas la pornografía ha sido el pan de cada día. Pero usted está haciendo una defensa del modelo de negocio de un explotador sexual. Ahora resulta que pensar se volvió malo. A las putas les pagan para que en vez pensar o hablar se metan la verga a la boca. A los antropólogos nos pagan para pensar y para hablar. No tengo por qué defender al señor Hefner y sus estrategias de explotación sexual y proxenetismo de elites.

Tan triste como eso, fue vender al mundo esa imagen de millonario rodeado de mujeres mercantilizadas, hacer creer que eso estaba bien, iconizar el sueño americano en una mansión llena de potencial sexual, difundir el propotipo de Play boy no solo en las psiquis masculina sino también en la femenina. Vendió tan bien su concepción, que miles de mujeres se quitaron y se quitarían felices la ropa por unas orejas de satín, 1000cc de silicona, una mansión de fiestas y un esposo rico que las lleve a pasear por las colinas de LA. Ese sueño americano del millonario en bata y la Barbie vestida de rosa es el imaginario de millones.

Pero, no hay que separar esto de su imagen icónica, representante y artífice del sueño americano desde finales de los 50, difundido, aceptado e imitado. Eso de que al final es la vida de ellas lo explica un teórico muy importante llamado Teodoro Adorno como la «pseudo individualización», que es como cuando uno supone que existe la libertad de elegir putearse o morir de hambre (o no adquirir los estatus promulgados por las elites). Otra vez confunde usted los términos. Veo que lo que estamos discutiendo acá no es su condición, sino su precio.

 

Ilustración de: Logan Faerber

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