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Maestro Puntillinsky

Antes de conocer los clásicos, a Eurípides, Sófocles y Píndaro, antes de la intromisión de los españoles, Calderón, Lope, Tirso, antes de reconocer a Kantor, Brecht y Moratín, antes de todo ello, de Danchenko, Jarry, Stanislavsky y de Kandinsky, yo tuve la fortuna de conocer al Maestro ¡¡¡Puntillinsky!!!

¡Filólogo, poeta, astrólogo, loco y anacoreta! 

Antes de vincularme a las artes, a las formas creativas y a las bases, tuve un encuentro más que formidable; fui testigo de cómo desvariaba un tipo en moto, chiquito, bigotudo y amable, un tipo al que le ayudé a poner el piso de su casa desarmable, antes de que el Coronel se aprendiese las líneas equivocadas y morcillara textos de manera impresionante, el cabo Cabreras llegaría a su hamaca con Clementina, Sabas, Plinio para ayudar a recordarle…

Antes de reconocer la situación de un mundo en guerra, de las disputas africanas por el hambre, antes de viajar por Latinoamérica, de llegar al Aconcagua y a tierras sagradas y salvajes, ya Jairo nos montaba en dietético por Britalia, por Villa María, Villa la torre, Patio Bonito y Bosa, para ir cumpliditos a eventos, funciones y festivales.

Antes de pisar el Colón, el Jorge Eliecer, salas concertadas y grandes escenarios, Jairo Rico demostraba su don de idealista orate y visionario, nos condujo a montar en una bodega de un humilde barrio, una sala que por efecto del invierno (o porque San Pedro de los herejes se nos puso bravo), se inundaron nuestros enseres, maquillajes y vestuarios, perdimos herramientas, máscaras y zancos, tuvimos entonces pues que trasladarnos a una nueva sede, uno de esos sectores que en los noventa tuvo el privilegio de contar con una sala de teatro.  Buscamos y buscamos cómo es eso de hacer arte con los bolsillos pelados, y nuestra terquedad nos hizo hacer locuras, montajes y proyectos, y hasta un ¡pesebre de reciclado!

Antes de conocer los postulados Clásicos, medievales y renacentistas, antes de acercarnos al mundo de las ideas dialécticas y materialistas ya Jairo nos enseñaba de extraños tratados, de la franja amarilla, de barrio teatro, del género psicologista, estuvimos al tanto de su etapa religiosa y mística como aquellos del Alfa y Omega y las visitas alienígenas, entendí del complot contra el estado y de la militancia política.

Antes de todo, de sacarles copia a Shakespeare, del opio, de la encrucijada de la vida, de consumir mi primera copa de whisky, yo tuve la fortuna de conocer veinte mil copias y actuar las locas ideas del ¡Maestro Puntillinsky!

Lukas Lukatero

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