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LA LÍNEA DE TORMENTO.

IN FACTO ESSE.

El aplauso es un hecho inmensamente complejo.
Es la euforia despertada en las masas, es una venia que clama al público, es… una posición en las manos ¿cóncavas? ¿convexas? es el cansancio en los brazos, la presión de no detenerse, la laguna mental, es lo que lleva al fondo del propio ser o la máxima atención por prestar.

Cuando los brazos se levantan, cuando los ojos se dilatan y las piernas se extienden, cuando el cuerpo aparece en golpes desenfrenados, gritos, chiflidos y saltos. Sacudiendo los dedos como leve brisa o como aguacero torrencial.
¿Y para qué tanto esfuerzo? Acaso es una ingeniosa salida de los brazos de Morfeo o por el contrario es el símbolo de agradecimiento de un espectador satisfecho.

Entonces el aplauso es físico, el aplauso es social, el aplauso es psicológico, el aplauso es cultural. Pero… Después de tanto hablar y sin nada que apuntar. Miles y miles de emociones y momentos por contar, se resumen en un ¡CLAP!

A POSTERIORI.

Después del clímax todo parece negro, la entrega fue total, el cuerpo está ciego.
Existen más incertidumbres que satisfacciones y la cabeza es una licuadora de sensaciones. Cada poro está inundado de sudor, maquillaje y emoción. Abierto, susceptible, a una mano amiga que acompaña con un golpe en la espalda o a la salvaje voz que ataca ajenamente lo observado.

Un choque metal aparece, la realidad discute con la fantasía y el alter ego compite por ser verdadero ¿Con qué quedarme? La historia es fascinante, los giros de tuerca maravillosos, los personajes interesantes y todo transcurre cual si hubiera salido de la pluma de un genio.
El tiempo no parece suficiente, la vida nunca es tan corta ¿qué pasó con el mensajero que dijo una línea breve y cambio mí vida? ¿qué pasó con la damisela que con sus besos le daba solución a cada abatida? ¿y la vieja señora? ¿y estúpido militar? ¿y… yo?

Debo limpiar mi rostro, debo prepararme para el choque de frio, debo despojarme de mi piel y cambiar de mascara, debo dejar a un lado el drama y la emoción. Hablar de política, explicar cada situación y activar de nuevo mi torpe corazón, así pues ahora te digo adiós viejo amigo y espero poder conciliar el sueño.
Ansioso por poder cruzar otra vez la delgada línea de tormento.

ANDRÉS SEBASTIÁN FORERO BUENO.

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