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LA CULTURA EN LA PRIMERA INFANCIA

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Por: Pavel Zapata

En esta ocasión, poder identificar la función que desempeña o lo que representa la cultura para la educación en la Primera Infancia, primero tendríamos que «crear» una definición de cultura apropiada y que se ajuste a la relación que queremos plantear con la educación en primera infancia.

Entonces se podría considerar la cultura como el aspecto que identifica a los distintos grupos humanos, los diferencia y caracteriza. Su riqueza en este aspecto consiste en que la humanidad, todos nosotros, podamos ser conscientes de la manera en que expresamos y manifestamos el lenguaje y los comportamientos que nos define, en el caso propio, como colombianos no sólo a nivel de expresión de las tradiciones, sino la manera particular con la cual nos concebimos a nosotros mismos dentro de la sociedad.

Las premisas anteriores nos podrían abrir un universo de preguntas, pero al lo largo del texto hay algunas preguntas que se han propuesto para desarrollar el punto que se quiere tratar en el escrito,  acerca de los estereotipos lingüísticos populares que dominan el comportamiento general y el universo emocional de la sociedad.

¿Sabemos la importancia de nuestras acciones cotidianas y cómo influyen en nuestro entorno?

Todos tenemos una función social que se manifiesta desde nuestras actividades cotidianas, desde nuestros oficios, desde la manera en que nos relacionamos y comunicamos con los demás, de esta manera alimentamos la cultura, se construye una sociedad y todo se implica en el proceso de la construcción emocional del individuo social.

Pertinente al tema en la primera infancia, los seres humanos somos individuos sociales desde que nacemos. Las experiencias comunicativas y vivencias cotidianas que se presenten en esta etapa definen el carácter y la forma de afrontar el mundo de los niños y niñas, para toda la vida. Los niños reproducen todo lo que perciben en sus vivencias cotidianas, de esta manera crean un mundo propio, una subjetividad propia, hecha a partir de retazos, de las realidades de los adultos que los rodea, pero los niños también proponen.

A excepción de una inmensa minoría, la mayoría de personas del mundo adulto sigue alimentando la falta de afecto y le lega constantemente la responsabilidad de los hijos a los tutores o docentes, absortos en la tarea de la solvencia económica para la sobrevivencia del día a día. Pareciera que nada es suficiente para saciar tanta obsesión con los deseos, entiéndase lo que se quiera entender, porque todos somos diferentes, pero las similitudes nos definen como un grupo en especial. Totalizando lo anterior, tenemos una sociedad con deficiencia de afecto, sin tratar, incluso sin haberlo hecho consiente aún.

¿Cómo podemos llegar a una cultura de la paz sin desarrollo afectivo? 

-Si no podemos llegar a conocer nuestra psicología emocional propia ¡Jamás! podremos dejar de ser una sociedad chinchosa, ansiosa y agresiva.

¿Será que el ámbito de la cultura familiar define nuestro comportamiento general a lo largo de nuestra vida? 

Para poder aprender a no maleducar a nuestros hijos, protegidos o estudiantes, primero debemos ser capaces de  ver dentro de nosotros y reconocer  nuestra inteligencia emocional y la forma en que nos acercamos al mundo cotidiano, donde los padres o tutores se acercan los niños (as) para estimularlos, corregirlos o trasmitirles conocimientos de cualquier tipo que brinden una enseñanza de la autorrealización con base en la felicidad y la seguridad en sí mismos.

Puedo asegurar que cuando una familia no es consciente de los valores y forma de ver el mundo que maneja, la identidad del niño se va ver más influenciada por elementos exógenos a su círculo, como los vecinos, la industria de la información y el mercadeo. Pero cuando los padres toman responsabilidad sobre el papel que representa la crianza de sus hijos en la sociedad, ellos van a ser más conscientes sobre cómo están construyendo la identidad de sus hijos, a niveles tales como el afecto, el uso de la palabra, la manera de reaccionar a las circunstancias de la vida, la identidad estética y mucho más.

El ámbito de la cultura preescolar está directamente relacionado, con la niñez, todas las etapas de crecimiento y la búsqueda de la adultez. Un psicoanalista podría mediante un seguimiento simple del comportamiento de los niñ@s, diagnosticar como es la atmósfera afectiva, estética y conceptual del círculo familiar-social que rodea a un niñ@. Cada niño es como en su casa, llevando sus conductas, a su entorno escolar, y viceversa. El aporte de tutores y docentes debe ser permitir ser felices y tranquilos a los niños en el entorno en el cual comparten.

Cuando como sociedad hayamos conquistado nuestro capital emocional y sepamos cómo usarlo, valoraremos más la retrospectiva histórica que nos brinda nuestro amplio y hermoso patrimonio cultural, no solo a nivel estético, los conocimientos que nos brinda las manifestaciones de cada región hacen parte de todo un conjunto de situaciones históricas que nos definen a nivel colectivo, en nuestra identidad, pero esta construcción no para ahí, todos los días se escriben en las páginas de la historia y cuando no quedan registrados en un documento seguro si quedará en el ADN del colectivo social (la niñez).[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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