«Todo el mundo está entrando en pánico (…) No sabemos si podemos permanecer junto a nuestras laptops, nuestros teléfonos. Todo parece un peligro en este momento, y nadie sabe qué hacer», dice una ciudadana en Líbano. No es una película distópica, es una exclamación que recoge la BBC en ese país de los últimos días. La ciudadanía realmente teme usar y portar su celular. El sólo hecho de usarlo genera miedo en ese país que tiene la desgracia de querer ser invadido por el Estado de Israel.
Después de que las fuerzas israelíes hicieran explotar beepers y walkie talkies, principalmente, el pasado 18 de septiembre en el Líbano, en su primera andanada, al mismo tiempo que sigue lanzando misiles esporádicamente a ese territorio, el miedo acoge a la población que ve con preocupación la manipulación tecnológica que Israel pudo filtrar para hacer explotar estos elementos de comunicación, dejando un saldo de decenas de muertos y ya centenares de heridos.
En una declaración reciente de la diputada de la Asamblea Nacional de Venezuela Bussy Galeano, denunció que “hay que estar alerta, porque en los sistemas tecnológicos, pudiera haber muchas cosas para atacar y hacer daño”. Y es que todo apunta a que per se los elementos tecnológicos no explotaron simplemente al ser manipulados externamente con herramientas tecnológicas o software, sino que en una operación coordinada ya tenían explosivos previamente. Imagínate, puedes estar cargando en tu celular un explosivo que, en cualquier momento, vía remota, pueda ser activado… Un medio como The New York Times indicó incluso que las fábricas de estos elementos tecnológicos son fachadas de la inteligencia israelí.
En este contexto terrorista de Israel es que se da un nuevo frente de invasión a Líbano, que se suma al genocidio que perpetra contra los palestinos en Gaza. Recientemente el presidente Gustavo Petro, que ya hace varios meses cortó relaciones diplomáticas con el Estado terrorista, reveló que la inteligencia israelí suministró al anterior gobierno nacional un software de espionaje denominado Pegasus. Ese software tiene una capacidad tan alta de vulneración a las personas espiadas, que, indican los expertos, sólo basta con colocar el número celular de la persona que deseen rastrear, para que el operador inmediatamente tenga acceso a la información completa. De ese nivel de sofisticación tecnológica ha llegado la avanzada del sionismo. Los elementos y radios de comunicación explotados en Líbano, por ejemplo, sólo tuvieron que ser activados mediante un simple mensaje de texto, según indican los investigadores.
Al finalizar el escrito de este artículo, Hezbolá en Líbano está denunciando que las fuerzas israelíes están enviando códigos QR, y están alertando a la población que no los lean a través de los teléfonos que tienen: «Por favor, no abran ni hagan circular el código QR, sino destrúyanlo inmediatamente, porque es muy peligroso”, dice el movimiento político. Ya sabemos que Israel está procurando crear el infierno mismo en la tierra, y no dejará de usar todos los elementos que estén a su alcance, un infierno que no sólo es digital, sino pasa al mundo real, a la situación de incertidumbre de miles de personas en esa parte del mundo, de 345.000 niños que están en riesgo (según lo dice Save The Children), y así mismo miles de mujeres, hombres y ancianos, que podrían ser las nuevas víctimas del holocausto neonazi de Israel.
Por: Guillermo Andrés Castro Rozo