fbpx

Un viaje pedagógico por La rebelión en la granja de George Orwell

Por: Gianni Lara Cruz

Ayer la clase fue de carpintería. Pudimos darnos ese lujo porque la clase es la vida. También porque los vi atareados con el trabajo de taller ambiental, consistente en construir casas para los conejos con material reciclado. Encima mi compañera de enfrente tenía que hacer un vídeo para registrar sus clases y así poder ascender en el escalafón. Ustedes a veces hacen mucho ruido, van y se tiran la grabación, por eso es mejor sacarlos.

Decidí escribir este texto en vista de que no hubo protocolo, me dije: “Podría hacer mi propio protocolo de lo que me ha sucedido estos días”. Además pensé que el hecho de construir casas para los animales nos acercaría a la comprensión del libro que leemos: La rebelión en la granja. Vamos en el séptimo capítulo. Leemos en clase para que ustedes puedan ir encontrando ideas entre las líneas y las podamos compartir. Me gusta leer en voz alta para que ustedes vayan sintiendo las curvas de la narración, entonces alcance a despegar la imagen en la memoria y se vaya tejiendo la historia. Y escribo también para que ustedes vean qué tan cercano es el código escrito a nuestra humanidad, para que le cojan cariño a la escritura sentida que habla de nosotros mismos.

En una granja, el viejo cerdo expone a los animales su tormento. Les dice cómo el hombre es su enemigo y ha venido explotándolos siempre hasta el punto de que la vida entera de los animales le pertenece y a cambio sólo obtienen míseras raciones de comida. Ellos comienzan a comprender que algo funciona mal. El viejo cerdo muere, pero su semilla rebelde ha infestado la granja. Tres cerdos aprenden a leer y comienzan a hacer reuniones en donde denuncian la forma en que son explotados y cuál debería ser la vida de los animales.

Un día el señor Jones, propietario de la granja, se emborracha y olvida alimentar a los animales. Ellos deciden ir por la comida. En el trayecto rompen cercas y puertas hacia los bultos de alimento. El señor Jones y sus trabajadores se dan cuenta del alboroto y van a castigar a los animales, pero de súbito ellos se rebelan y terminan sacando a Jones, su mujer y sus trabajadores de la granja quedándose con el control de ella. Los cerdos son los que comenzarán a organizar la granja para buscar la autonomía. Uno de ellos, Snowball, es quien más pone interés, crea siete mandamientos, entre otros: no dormir en camas, no comerciar con los hombres, no matar a otros animales, que son repetidos por los demás miembros de la granja mientras se distribuyen las labores para ir construyendo su supervivencia.

Poco a poco se ve cómo a pesar de que en la granja se busca la igualdad son los cerdos quienes se toman la leche de las vacas y se comen las frutas frescas que todos han recogido. Su conocimiento de la lectura y la escritura les permite dar órdenes a los demás y tener beneficios adicionales que poco a poco van marcando la diferencia de clases. Los animales obedecen bajo la amenaza de que si los cerdos no se alimentan bien, no podrán pensar y de esta forma volverían los hombres a dominarlos.

Napoleón es el cerdo que se opone a todo lo que dice Sonwball sin importar el bienestar colectivo. Desde el principio toma decisiones por sí mismo como criar a escondidas a los jóvenes cachorros que han nacido al comienzo de la rebelión. Éstos se convertirán más adelante en los perros feroces que harán que se cumplan todas sus decisiones egoístas. Como cuando Snowball estudia la construcción de un molino de viento y trata de convencer a todos los animales de la granja de los beneficios que traerá dicha empresa. En el momento en que a través de la votación decidirán la construcción del molino los perros feroces se lanzan sobre él, quien huye para siempre.

Sin embargo, Squaler que es el tercero de los cerdos que lidera la rebelión. Se encargará de hacerlo aparecer en todos los problemas que van teniendo en la granja. Así como dijo Andrés de las bombas que pusieron hace un mes en el Centro comercial Andino, Squaler será una representación de los medios de comunicación que nos señalan los culpables que quieren los patrocinadores. Squaler pone a pensar a los animales de la granja lo que les conviene a Napoleón y a él. Por eso, no sólo atacan a Snowball, sino que confundirán a los animales hasta el punto de que poco a poco ellos se irán constituyendo en un nuevo poder que estará por encima de los animales de la granja. Todos los mandamientos que había planteado Snowball para el incipiente animalismo que será la postura ética y filosófica de los animales en busca de la igualdad, será manipulado y transformado por Squaler.

Luego de la salida violenta de Snowball, Napoleón y Squaler se encargarán de convertirlo en el enemigo invisible. Napoleón decide construir el molino de viento diciendo que desde el principio era idea suya y no de Snowball, afirmando que Snowball estaba aliado con el señor Jones para recuperar la granja y que era un traidor. El molino que ordena construir Napoleón se destruye y culpan a Snowball, la granja no produce, las gallinas se rebelan, la comida se pierde, llega el hambre, la miseria, y todo es culpa de Snowball. Encima deciden hacer una purga para asesinar a quienes protestan y los culpan también de ser complices de Snowball. En eso vamos.

David dijo: “Profe esto se parece a la historia de Colombia”. Yo le respondí: “Se parece a la historia de la humanidad”. Porque claro, la literatura es una metáfora de la realidad. Es como si nos imaginamos algo que existe, pero lo convertimos en una imagen para poderlo ver. Como si con otras palabras y personajes habláramos de lo que nos sucede. Curiosamente en la realidad no podemos ver esas situaciones. Cuando un escritor las extrapola, las pone a fuera, es más fácil interpretar lo que vivimos. Obviamente esa interpretación nos generará la desilusión del mundo que habitamos, pero lo mejor es que en medio de la tristeza surgen humanamente las preguntas y las respuestas.

¿La moraleja es no pensar en la rebelión porque la rebelión se vuelve contra nosotros? ¿No debemos entonces denunciar a los que nos explotan? ¿Debemos quedarnos como estamos? No. La moraleja es que lo único que nos garantiza la rebelión es la coherencia. No podemos creer que la rebelión se da en los demás, si antes no la damos nosotros mismos con nuestros actos. Por ejemplo, no podemos seguir dejando las decisiones en manos de los demás, hay que aprender a leer, decidir y hacer por nosotros mismos.

Sin embargo, no sólo nos podemos quedar leyendo. Vivir también es hacer casas para conejos. La educación no es lo que copiamos en nuestros cuadernos para hacer la tarea y pasar el año. La educación es lo que hacemos para vivir mejor, es ir encontrando el camino y por eso leemos para que no nos vendan estereotipos de la realidad como lo hacía Squaler. Sabemos que está la represión como los perros de Napoleón, pero nosotros aquí podemos enfrentarnos a ella con nuestro conocimiento. Podremos encontrar el camino porque somos más. Así como los animales de la granja pudieron rebelarse, nosotros podríamos rebelarnos, pero para ello nuestro conocimiento debe ser consciente con el fin de no caer en los engaños de quienes profetizan la rebelión, pero no la hacen carne en sus vidas.

¿Quieres igualdad? Muy bien. Empieza por ser igualitario tú mismo. No des órdenes que no puedas cumplir. No hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti. Piensa por ti mismo, construye tus propios ideales, observando y comparando las posturas de los demás, aprovechando lo que te sirve, pero configurando las herramientas mentales para pensar por ti mismo. Es posible que no veamos la emancipación a la vuelta de la esquina, pero llegaremos si somos conscientes del más allá sin las sombras, sin una vida de ignorancia.

La casa de los conejos se le cayó a Cristian, quizás uno de los más cansones del salón, tenía tantos clavos en sus bases que se hizo terriblemente pesada. Así que cuando la dejó caer se destruyó completamente ¿Qué le decía yo a Joseph quien trajo su martillo, sus puntillas, su serrucho y tanto esmero para construir su casa de conejos y pasar taller ambiental? Era hora de salir a descanso. Se había acabado el tiempo y mientras los más juiciosos que habían hecho su casa antes me preguntaban cuando iríamos al salón, yo pensaba que tendríamos que volver a hacer esa casa ante la mirada atónita de mis estudiantes.

Así lo hicimos al día siguiente. Fue más fácil volverla a hacer, la pensé desde que se cayó la otra, a pesar de que le hice mala cara a Cristian. Así como la casa de los conejos nos toca volver a empezar con todo, pero antes es importante leer para no cometer los mismos errores de siempre.

 

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Entradas relacionadas

NO LES CREAN

Editorial periódico Techotiba agosto de 2014. Desde entonces defendemos la causa palestina. En 1947 Estados Unidos, Francia e Inglaterra convocaron a otros países para crear

Leer más »